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La sordera y la discriminación

Alex Rice

En este post, voy a discutir la discriminación que la comunidad sorda ha enfrentado en términos de la discriminación lingüística. La escuela intermedia a la que asistí también era una escuela para jóvenes sordos y “multiply impaired students” (estudiantes con varias discapacidades físicas y mentales). Mis experiencias en esa escuela, sobre las cuáles reflexionaré más tarde, me han inspirado a explorar este tema.

 

Aunque generalmente se consideran los problemas con el tratamiento de la gente sorda basados en los prejuicios contra los discapacitados, creo que este asunto también está arraigado en los prejuicios lingüísticos. La mayoría de las personas sordas no poseen ninguna forma de debilidad ni física ni mental. En realidad, la diferencia más saliente entre una persona sorda y una persona que puede oír es la forma de la lengua que usan. La gente sorda usa una lengua silenciosa basada en señales físicas, mientras que la gente que puede oír usa varias lenguas basadas en la transmisión de vibraciones a través del aire. En los casos de las lenguas indígenas, la lengua y la gente indígena son oprimidas por una cultura colonizadora. En el caso de la gente sorda, la fuente de opresión es la cultura compuesta de la parte del mundo que, sí, puede oír.

 

Para continuar, hay que demostrar que la población sorda ha experimentado discriminación sustantiva. Según el NIH (National Institute of Health), aproximadamente 28 millones de ciudadanos estadounidenses experimentan la pérdida del oído. Sin duda, este grupo compone una minoría sustancial en el EEUU. Además, varios estudios han demostrado que la falta de la audición no causa un retraso en el desarrollo o la capacidad de la cognición. Más notablemente, porque es parte del video abajo, Penicaud, Klein y Zatorre concluyeron que “Auditory deprivation does affect the growth and development of the brain and cognition” (2013). Tomando este hecho en cuenta, podemos concluir que la gente sorda es tan capaz de ser exitosa en ambientes académicos o profesionales como la gente que puede oír. Sin embargo, el BLS (Bureau of Labor Statistics) encontró que la tasa de desempleo para la gente sorda es casi el doble (16,1%) de la tasa del resto de la población (8,8%). Un estudio en 2001 por Blanchfield, Feldman, Dunbar, y Gardner ilustró que 44,4% de la población sorda no se graduó de la escuela secundaria, mientras que el 18,7% del resto de la población no se graduó. Las tasas de inscripciones en universidades siguieron el mismo patrón, con sólo 50% de universidades que habían aceptado un estudiante con una discapacidad auditiva en 1994 según el Departamento de Educación. En resumen, la gente sorda experimenta una forma de relegación socioeconómica inmerecida muy parecida a la de poblaciones indígenas o minoritarias.


Las estadísticas arriba simplemente confirman la presencia de discriminación hacia la población sorda, y no demuestran la relación de los modos de la discriminación con las formas de opresión lingüística discutidas en nuestra clase. Para crear paralelos y puntos de referencia en la función de la discriminación contra la sordera, confío en el testimonio de Drisana Levitzke-Gray, una mujer sorda prominente en Australia, en su discusión de TedX:

Para mí, la primera cita significativa de Drisana es cuando dice que su lengua nativa es “ASLAN”, el lenguaje de señas, y su segunda lengua es el inglés. También describe la importancia de obtener una educación en esta lengua de una manera muy parecida a los estatutos del Artículo 26 de  La Declaración de los Derechos Lingüísticos: “Toda comunidad lingüística tiene derecho a una educación que permita a todos sus miembros adquirir el pleno dominio de su propia lengua”. Asimismo, el National Association of the Deaf reconoce que “The right to a free, appropriate public education remains unrealized by many children who are deaf or hard of hearing.” La deprivación de esta educación se manifiesta en algunos de las estadísticas mencionadas y también propaga el estatus bajo económico de la gente sorda.

 

Drisana también describe cómo el ASLAN tiene su propia estructura gramatical y sintaxis, un punto que relaciona muy fuertemente con las varias discusiones que teníamos en nuestra clase, especialmente con respecto a los acentos. Discutimos las suposiciones que creamos cuando oímos alguien hablando con un acento del sur de los EEUU o un acento extranjero aunque su uso de la lengua es tan comunicativo que el uso del resto de los hablantes con un acento “normal”. Los problemas con los estereotipos también se aplican a las lenguas mismas enteras. Muchas veces, estas percepciones son negativas, implicando ignorancia, incapacidad mental, informalidad y inferioridad del hablante de la lengua no-colonizadora. El mismo punto contrario aplica, estas lenguas son igualmente comunicativas, aunque logran esta comunicatividad en su propia manera única. Aunque el aymara fue percibido como una lengua más "baja" que el español dominante y su uso fue una representación de la inferioridad indígena, un misionero jesuita de los 1500, Ludovido Bertonio, escribió que en aymara, “‘hallé finalmente la lengua perfecta’...no podía ni imaginar que hubiera una lengua con un grado tan alto de sistematización lógica” (Gnerre 47). Este hablante nativo de español, uno de los únicos españoles que tomó el tiempo para aprender aymara, reconoció la utilidad de la lengua indígena. De la misma manera, la otredad y la simplicidad percibida de ASLAN y otros sistemas de señales son usados para reclamar la inferioridad de gente sorda, cuando su lengua es bastante compleja.


Drisana sigue contando una historia del nacimiento de un infantil sordo con padres que pueden oír: “The doctors will then meet the parents and say, ‘Well...your baby failed its hearing test’. They used the word ‘failed’”. Estoy de acuerdo, el uso de la palabra “failed” es chocante. Este niño inocente no puede fallar; simplemente puede reaccionar a las pruebas que los doctores le están forzando cumplir. El “fracaso” de esta prueba ocurre porque la prueba está administrada en una lengua que el infantil no puede entender. Esta situación posee paralelos fuertes con la investigación presentada en “Literacy and the Expression of Social Identity in a Dominant Language” escrita por Liliana Sánchez. Una cita importante es: “These two different approaches to the description of their families could be viewed as ‘cultural’ differences that have no bearing on academic success. There are, however, important consequences to this difference that could, in the end, work against a positive evaluation of bilingual children as academic writers” (123). Es decir, discrepancias culturales y la diferencia en lengua materna puede influir una evaluación falsamente negativa de la capacidad académica de los estudiantes Quechua-hablantes. La prueba del oído para el bebé es un microcosmo de los desafíos que estudiantes sordos encuentran por muchas partes en sus carreras académicas y comparte mucha dificultad con la situación del artículo.

Your child really needs to learn to speak and hear. It’s the only way that he or she will fit into society. And, if they don’t do that they just won’t be successful.

“Your child really needs to learn to speak and hear. It’s the only way that he or she will fit into society. And, if they don’t do that they just won’t be successful”. Mira esa cita. Esa cita podría ser la cita exacta que alguien en una sociedad dominante/colonializada diría a una persona que no habla la lengua colonizadora. Esta mentalidad es una promulgada por la cultura dominante para mantener la fortaleza de su posición en la sociedad. Este “mito” separa niños sordos de su comunidad, y los doctores en esta situación se parecen mucho los myth-makers que, “claim that IM parents see it as in their children’s best interest to forget their languages and learn the power language at the cost of their own” (Skutnabb-Kangas 48). Asimismo, el énfasis en la perspectiva médica de los doctores es una representación de la interculturalidad. En vez de crear un ambiente social en el cual la gente sorda puede participar igualmente, los doctores literalmente tratan de corregir su ser, como si fueran rotos desde el principio. De Fidel Tubino: “Los programas multiculturalistas [funcionalmente intercultural] son paliativos a los problemas, no generan ciudadanía, promueven la equidad pero desde arriba; son, en una palabra, profundamente paternalistas” (6).


Para concluir, quiero demostrar esta cita que viene del video que demuestra el dinámico colonialista entre la población sorda y el resto de la población:

I was born deaf, I grew up deaf, I spent my adulthood years deaf, now I am enduring my mid-life years deaf, and I will die deaf. So who is the expert on being deaf, the audiologist, the doctor, or me?

Reflexión Personal

Mi escuela intermedia es una escuela con la designación de un instituto “vanguard”, que designa una escuela pública que puede elegir sus estudiantes sin ser obligado de aceptar estudiantes de la región rodeandola. Con esa designación, la escuela desarrolló programas para estudiantes “multiply impaired” (MI) y para estudiantes sordos.

 

Las escuelas de los estudiantes MI, los estudiantes sordos, y el resto de los estudiantes están casi completamente separadas. Nunca interactuamos con los estudiantes MI en un ambiente académico. Tenían su propio conjunto de salas, programas, tiempos para almorzar, etc. Pues, se nos requería trabajar con los estudiantes MI por dos o tres días cada semana por lo menos durante un semestre. Esa experiencia fue muy profunda. Los días cuando uno de los estudiantes con los que trabajé estuvo inconsolablemente triste o enojado fueron muy difíciles. Los días cuando ese estudiante exudó alegría incomparable fueron divertidos y aún más inspiracionales. Todos los años la escuela reserva un día que se llama “Remembrance” para honorar todos los estudiantes MI que murieron en el año pasado. Ese día fue únicamente solemne, una ocasión rara para estudiantes de nuestra edad. Puedo decir con toda seguridad que mi experiencia con esos estudiantes fue transformativa. Sin embargo, esos estudiantes no son el tema de mi blog...mis pensamientos me hicieron ponerme un poco emocional.


En el otro lado de la moneda, compartimos algunas clases con los estudiantes sordos. No compartimos las clases con los temas de historia, inglés, español, matemáticas, o ciencias porque los maestros no podían enseñar tanto en inglés y ASL. No obstante, casi todos los estudiantes y maestros sabían ASL, hasta cierto nivel. Poseíamos bastante conocimiento para, por lo menos, deletrear la palabra que queríamos comunicar. Los estudiantes más jóvenes toman clases de ASL. Participamos en la graduación juntos, y todos los estudiantes que pueden oír tocan una canción en ASL para los estudiantes sordos. En todas las funciones universales, siempre tratábamos de aplaudir usando el señal de ASL para el aplauso. Generalmente, la escuela hizo lo mejor posible para crear una comunidad bastante comunicativa entre todos los estudiantes.

Las clases que sí compartimos fueron las de gimnasia, clases auxiliares al final del día, y las prácticas de los equipos deportivos. Recuerdo muy vívidamente momentos en el vestuario cuando otros chicos de mi clase imitaron los estudiantes sordos enfrente de sus caras. Estos chicos saltaron como monos y emitieron gruñidos e imitaciones de la manera en que los estudiantes sordos hablan. En respuesta, los estudiantes sordos molestaron esos estudiantes, y nunca entendí cómo esta interacción comenzó. ¿Quién golpeó primero? En cualquier caso, los estudiantes sordos no merecieron ese tratamiento. Siempre preguntaba sobre el efecto de este tratamiento en su deseo de asistir a la escuela. Siempre preguntaba qué cantidad de las imitaciones podrían oír.  

 

Unos de los hombres sordos en mi clase de graduación volvió a nuestra reunión durante el final año de la escuela secundaria. Nunca sabía a cual escuela él, o los otros, asistió. Llegó y nos enteramos que estaba transicionando a ser una mujer. Hace diez años no había lenguaje completa para personas experimentando una transición. ¿Cómo difícil sería transicionar en una sociedad que todavía te marginaliza por otra razón sin una estructura lingüística para hablar de tus sentimientos?


En todo, la estructura de la escuela es imperfecta. Sin embargo, era la parte más fuerte de la educación de esos estudiantes sordos. Para mí, el problema más saliente eramos nosotros: los estudiantes que podían oír. Para mejorar el problema de la discriminación lingüística hacia la población sorda, necesitamos un cambio de perspectiva en un nivel individual.  

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